Que 1500 personas puedan ver un suicidio en vivo? Hace 15 años era impensable, y si alguien hubiera querido hacerlo tendría que haber convencido a los directores de alguna grande cadena de televisión a desafiar los parámetros morales del momento, una vez "superado" ese obstáculo moral tendrían que haber trasladado la infraestructura de un estudio de televisión a la casa o al hospital del "interesado". En esa época, cuando solo habían pocos canales que se dividían todo el público de un departamento o de un país, los televidentes que hubieran decidido no ver la transmisión habrían tenido como opción solo otros dos o tres canales, o apagar la tv. Ese público era limitado a una región geográfica determinada y no existían mecanismos que permitieran a todo el publico simultaneamente hablar en vivo con quien había decidido quitarse la vida, para decirle que esa era una decisión equivocada.
Lamentablemente hace pocos días todas esas barreras cayeron de nuevo cuando Abraham K. Biggs, un chico de 19 años decidió anunciar y realizar su suicidio delante de una web cam que lo transmitió en vivo mientras sus espectadores, pensando que era una broma, lo incitaban diciendo frases como "adelante, suicidate y hazle un favor al mundo". El padre de Abraham explicó que su hijo sufría depresión y debía medicarse con benzodiazepina para mantener bajo control un desorden bipolar que lo afectaba desde hacía varios años.
Abraham no es el primer chico involucrado en casos de suicidios relacionados con chatrooms, hasta ahora solo en Inglaterra se cuentan 17 casos similares.
Publicar el propio suicidio...que querìa comunicar Abraham? El deseo de significar algo para alguien es una de las motivaciones màs grandes en cualquier persona. La fama es un medio eficaz pero efìmero para colmar esta necesidad de sentirse importante. La novedad reside en que los nuevos medios se estàn transformando en la plataforma ideal a través de la que cualquier ciudadano sin importar quien sea puede acceder a la popularidad y gozar de sus minutos, horas o dìas de “gloria”. Pero el caso de Abraham deja ver que la fama, (el hecho de que miles de personas sepan quien eres y sigan tus pasos minuto a minuto, sea porque te aman o te odian, es fama igual) no puede satisfacer la necesidad fundamental de relaciones pues no solo sirven las relaciones en si mismas sin importar como sean, lo que la persona necesita es saber que es autenticamente valiosa no por lo que hace sino por lo que es. En un universo de 1500 personas que sabìan de la decisiòn de Abraham no hubo ninguna capaz de convencerlo de cambiar de opiniòn, de ir donde su psichiatra, de tomarse su medicina; obvio, eso solo se logra cuando alguien se compromete contigo, cuando se mete en tu vida y te “carga”. Cuando es asì, es muy probable que le creas a esa persona aunque tengas una enfermedad tan grave como el trastorno bipolar. Solo el compromiso verdadero podrìa haber hecho que un Abraham a pesar de su fuerte patologìa hubiese decidido hacer algo màs productivo con su existencia que simplemente borrarla del planeta. Sin este compromiso, la autoafirmaciòn que se puede experimentar porque tienes 1500 “contactos” es vana y escurridiza como las bolitas de mercurio cuando se cogen con las manos.
